Los hijos de Anansi, de Neil Gaiman
Los hijos de Anasi, obra de Neil Gaiman, está considerada como una novela vinculada a la popular American Gods, que se hizo especialmente conocida tras su adaptación a serie televisiva. Lo cierto, sin embargo, es que, si bien es verdad que existe una innegable relación entre ambas, Los hijos de Anansi es por completo una obra independiente, una que no necesita a American Gods para ser leída, como tampoco American Gods necesita a Los hijos de Anansi para verse completa. En esencia, lo que hace Neil Gaiman en esta novela es regresar al mundo que creó para American Gods, y desde allí nos cuenta una historia muy diferente, con unos personajes muy diferentes y en un tono más ameno y con cierta carga cómica, muy lejos de lo que encontramos en American Gods, mucho más cruda y oscura.
Los hijos de Anansi está protagonizada por Gordo Charlie, quien, tras el fallecimiento de su excéntrico padre (al que parecen admirar todos menos él), hace dos descubrimientos que pondrán su vida patas arriba. El primero, que su difunto padre era en realidad el dios africano Anansi, dios araña de las bromas. El segundo, que tiene un hermano al que, por algún motivo, había olvidado por completo. Un hermano que se parece a ese padre fallecido más de lo que al propio Gordo Charlie le gustaría.
Comentaba antes que esta novela, pese a que es frecuentemente relacionada con American Gods, me ha parecido muy diferente a esta, tanto en la forma como en el fondo. La trama, la historia que nos ofrece Neil Gaiman, está repleta de ingredientes tan habituales en él, como personajes secundarios que no saben que lo son hasta que la propia historia les muerde en el culo, elementos sobrenaturales (en este caso un fantasma con un agudo caso de cabezonería), un protagonista que, para ser hijo de un dios, resulta tan corriente y ordinario como el más corriente y ordinario de los mortales, líos de faldas, personajes excéntricos y divertidos, mujeres de armas tomar y situaciones que pasan de lo desternillante a lo desconcertante y el más absoluto caos en cuestión de unas pocas páginas. Y es que, con permiso de la excepcional American Gods, Neil Gaiman brilla en todo su esplendor cuando narra el tipo de historias que hemos podido encontrar en Neverwhere, El libro del cementerio y la que nos ocupa, Los hijos de Anansi. Se trata de historias envueltas en historias, historias con protagonistas mundanos que se dan de bruces con lo imposible, historias en los que el autor entreteje lo aburrido de una vida mundana con mundos mágicos, dioses olvidados o criaturas sobrenaturales, a menudo todo junto y aderezado con una pizca de absurdez y con mucho, mucho humor.
Esta novela, por su historia ligera, pero tan bien construida como es habitual en Neil Gaiman y por los elementos que la forman (como esa mezcla entro lo mundano y lo exótico que tan bien queda representada por los propios Gordo Charlie y Araña, los dos hijos de Anansi), así como por lo interesante y divertida que resulta la novela, puede resultar, además de una lectura de lo más recomendable para cualquier aficionado a la literatura de fantasía en general y a las historias de Neil Gaiman en particular, un excelente punto de inicio para cualquiera que nunca antes haya leído una novela de Gaiman y quiera comenzar a descubrir el rico mundo literario del autor de The Sandman. Es, además, una novela especialmente recomendada para disfrutar como lectura de verano, mientras disfrutamos de una bebida fría. Preferiblemente, una bebida de lima.
JOAQUÍN SANJUÁN