Editorial: Rocabolsillo (Roca Editorial de Libros, S. L.).
Traducción: Ernest Riera.
Fantasía y aventuras.
4ª edición marzo 2016. 216 páginas.

Neil Gaiman (1960) es un escritor y guionista británico, autor de varias obras de literatura fantástica, ciencia ficción, comics y novelas gráficas, enfocadas a un público de todas las edades. Ha sido galardonado con varios premios literarios (Haxtur, Hugo, Nebula, The World Fantasy Award, Bram Stoker, entre otros) y entre sus obras más destacadas se encuentran The Sandman, Buenos presagios (escrita conjuntamente con Terry Pratchett), Shamanic Princess, American Gods y Coraline.

Tanto para los que ya conocíais al autor, como para aquellos que oís por primera vez sobre él y estáis interesados en saber más, podéis encontrar información en su página oficial (aquí) y redes sociales.

Por mi parte, y como no podía ser de otra manera, inicio este nuevo proyecto con la reseña de Stardust, la segunda novela de fantasía del autor, publicada en 1999. Fue originalmente publicada como novela gráfica, con ilustraciones de Charles Vess, y en 2007 se estrenaba la película basada en el libro, dirigida por Matthew Vaughn.  

Narra la historia de Tristan Thorn, un joven fruto del amor y la magia, que se vieron atraídos en la feria que tiene lugar cada nueve años entre Muro y el País de las Hadas. Tristan está enamorado de Victoria y hará cualquier cosa por conquistar su frío corazón, incluso conseguirle una estrella caída. Para ello, deberá cruzar el muro que separa su pueblo del País de las Hadas y adentrarse en un mundo de criaturas mágicas y barcos pirata, que le acompañarán en su aventura, durante la que descubrirá que las estrellas son algo más que polvo estelar. ¿Conseguirá Tristan el corazón de su amada? ¿O descubrirá que el futuro se encuentra más allá de los límites de su hogar?

Este libro tiene para mí un simbolismo muy especial. Es un libro lleno de magia, amor y aventuras, con títulos descriptivos y personajes llenos de virtudes, pero también de defectos, que van evolucionando a lo largo de la trama, lo que le da un toque realista a la historia. Gaiman consigue enganchar al lector con su prosa y nos mete de lleno en esta aventura épica que nos hace volver a ser niños.  

«...las luciérnagas brillaron más de lo que habían brillado en toda su vida, convencidas de que esto, finalmente, era el amor.»