Leyendas de Lácenor: Los personajes de La Ciudad Blanca
CUERVO. Estamos ante el que claramente es el personaje más oscuro de los cuatro protagonistas de La Ciudad Blanca. Es, además, al que más cariño le tengo, pues el Cuervo de la novela es una evolución de un viejo personaje de rol que jugué durante años. La presencia de Cuervo en la historia responde a la necesidad de establecer un vínculo entre los protagonistas y el mundo de lo Oscuro, del que Cuervo conoce mucho más de lo que le gustaría. Su historia, por otra parte, es una absoluta tragedia: un niño no deseado, hijo de un esclavo humano y de una sacerdotisa éldayar, que es desechado por su madre y recogido por asesinos, quienes lo entrenan para convertirlo en un arma viviente. Tuvo además que matar a su único amigo, el esclavo humano que le enseñó su idioma. Cuervo tiene todos los ingredientes para convertirse en un personaje oscuro y malvado, pero es entonces cuando se rebela para huir de sus amos y convertirse en la némesis de estos; en un vigilante enmascarado que protege a aquellos que debían ser sus víctimas. Es una historia de fantasía para un superhéroe de cómic, lo que hace de Cuervo un personaje muy distinto de sus compañeros. Que se vea perseguido por el arrepentimiento a causa de los terribles actos que otros le obligaron a perpetrar no hace sino enriquecer esa alma atormentada, ese héroe torturado, que es Cuervo.
BRAKUS PUÑOPIEDRA. El viejo paladín enano acude a Orium para detener a su antiguo discípulo, el conocido como Paladín Blanco, quien se ha convertido en un fanático que no distingue o no quiere distinguir entre inocentes y culpables. Si nos ponemos en situación es fácil comprender que para Brakus no hay nada más importante que detener a Cirn. Como profesor puedo hacerme una idea de lo que debe ser que alguien utilice aquello que le has enseñado para hacer daño a los demás. El enano se siente responsable del monstruo en que se ha convertido Cirn, y se siente así porque en parte lo es. Si Cuervo es el vínculo entre la Oscuridad y los cuatro héroes, Brakus lo es entre ellos y la Luz. Entre ambos poseen una serie de conocimientos sobre los poderes sagrados que resultan fundamentales para detener a los demonios que surgen en las profundidades de Orium. Es también la veteranía y la experiencia, en contraste con la juventud y frescura que aporta Dharmia al grupo. Una de mis escenas favoritas de Brakus tiene lugar al principio, cuando, estando en la taberna, queda al descubierto como paladín de la Luz y descubre horrorizado que aquello que debía mostrarlo como baluarte de los inocentes y campeón del bien lo convierte, a causa de los actos de su antiguo discípulo, en alguien que provoca el más absoluto terror en los demás. Después de eso, ¿cómo podía Brakus perdonarle la vida a Cirn?
TORO. No puedo acabar sin dedicar unas líneas a Toro, un personaje que nació cuando ya estaba sumergido en la escritura de la novela, y que cobró forma por sí solo, como a veces pasa con algunos personajes. Se convirtió por méritos propios en un secundario de lujo que, además, cuenta con un relato posterior a La Ciudad Blanca y con un fantástico cómic de cuatro páginas dibujado por Daniel Eduardo Mendoza y que ha sido publicado en varias revistas y plataformas. Si bien consideré usarlo en El Guardián Gris (y de hecho existen versiones previas de la novela en las que aparece y se enfrenta a Caronte), finalmente lo dejé en reposo. Al igual que sucede con Cirn, me gustaría volver a utilizarlo en el futuro.
JOAQUÍN SANJUÁN