Gitslayer, de Darius Hinks
DariusHinks, autor de Ghoulslayer, nos trae la segunda novela de las aventuras de Gotrek en el mundo de Age of Sigmar. Tal y como os expliqué en la reseña de Ghoulslayer, que podéis leer AQUÍ, estas novelas están situadas después de la saga El Fin de los Tiempos, que supuso el final no solo de Warhammer Fantasy como juego, sino también del propio mundo en el que tenían lugar sus historias, reemplazados ambos por el universo de Age of Sigmar y el wargame homónimo.
Cuando escribí la reseña de Ghoulslayer lo
hice decepcionado con lo que Games Workshop había
hecho con Gotrek Gurnisson, uno de
los mejores personajes de la compañía. Aquella novela, la primera en presentar
las aventuras de Gotrek en Age of Sigmar, no solo dejó mucho que
desear, sino que incluso presentó a un protagonista, a un Gotrek, que poco o nada tenía que ver con el personaje que tan
popular se hizo entre los lectores de las novelas de Warhammer Fantasy y entre los jugadores del wargame. Debo confesar que tras aquella experiencia pocas ganas
tenía yo de leer más historias de Gotrek en
Age of Sigmar. Sin embargo, cuando
salió a la venta Gitslayer, decidí
darle otra oportunidad a Darius Hinks.
A fin de cuentas, como alguien que ha escrito por encargo para dos juegos
diferentes sé bien que no resulta nada fácil hacerlo y que son muchos los
condicionantes a los que los escritores debemos plegarnos a la hora de realizar
esa clase de encargos.
El caso es que, contra todo pronóstico, disfruté bastante de Gitslayer. En primer lugar, pude conocer más todavía sobre el mundo de Age of Sigmar, un mundo en el que apenas he profundizado y que sé que tiene mucho que ofrecer como mundo de fantasía. En esta ocasión se hace especial hincapié en los kharadron, enanos con grandes avances científicos e ingenieros y que viajan en grandes naves voladoras (más o menos), y los gitz, la versión de Age of Sigmarde los goblins.
En ambos casos me he encontrado con evoluciones muy interesantes de las razas clásicas de fantasía que representan (enanos y goblins respectivamente), con mención especial a eso pequeños diablillos verdes y a su vínculo con las setas, tan espeluznante que parece sacado de una película de terror.
Pero eso no es todo. Si en Ghoulslayer nos encontramos con personajes planos y mal definidos y con un Gotrek Gurnisson que poco o nada recuerda al de las novelas de Warhammer Fantasy, el caso es que en esta ocasión no sucede ninguna de esas dos cosas. Maleneth Hojabruja, la nueva compañera de Gotrek(que de algún modo viene a sustituir a Félix) tiene una rápida evolución a lo largo de las dos novelas, en especial en esta segunda, y se convierte en un personaje interesante y lleno de matices grises; en alguien que el lector no es capaz de decidir si está del lado del protagonista o si es un terrible enemigo en la sombra. El propio Gotrek resulta mucho más interesante que en Ghoulslayer, lo suficiente como para recordarnos a las versiones que escribieron William King y Nathan Long. A todo esto hay que añadir un interesante giro al final de la novela, giro que no desvelaré, pero sí diré que redefine no solo el objetivo del matador, sino también su camino, lo que abre todo un abanico de interesantes opciones.
Es buena cosa no dejarse llevar siempre por las primeras impresiones, y dar una segunda oportunidad. Eso me ha permitido descubrir que hay vida después de Warhammer Fantasy, pese a todo. Y ahora, después de Gitslayer, confieso que siento curiosidad por saber qué planes tiene Darius Hinks para el personaje, a quien definitivamente acompañaré también en la tercera novela que protagonice dentro de Age of Sigmar. ¿Que no es lo mismo que escribían William King y Nathan Long? Pues no, no lo es. Pero, si somos capaces de leer Gitslayer con la mente abierta y conscientes de que estamos ante un universo diferente y ante una versión del matador escrita por un autor diferente, quizás podamos disfrutar la historia y de todo lo que esta tiene que ofrecer.