Ghoulslayer, de Darius Hinks
Debo
confesar que me ha costado mucho, mucho tiempo armarme de valor para vérmelas
con esta novela en particular. Soy de esos
viejos jugadores de Warhammer
Fantasy que compraron Matatrolls,
la primera novela protagonizada por Gotrek, en su primera edición, hace más de
veinte años. A esa le siguieron todas las demás: primero las siete escritas por
William King, lo mejor de Gotrek y
Félix, y después las cinco de Nathan Long,
un autor que, a mi parecer, realiza un trabajo más que digno con el que sin
duda es el personaje más popular de Warhammer
Fantasy. Incluso disfruté las dos novelas que forman La caída de Gotrek Gurnisson, escritas por David Guymer.
Para entender lo que supone Ghoulslayer hay que partir del hecho de que, tras la saga El Fin de los Tiempos, el universo de Warhammer Fantasy desapareció para ser reemplazado por algo nuevo y diferente que se llamó Age of Sigmar. El hecho de que el viejo matador, Gotrek Gurnisson¸ sobreviviese al primero para aterrizar en el segundo tan solo respondió a un muy forzado intento, por parte de Games Workshop, la compañía detrás de Warhammer Fantasy y de Age of Sigmar, de conservar a tan querido personaje.
Pero vamos con la novela. Tiene cosas buenas, claro que sí. A nivel personal me ha gustado bastante tener la ocasión de conocer, a través de la novela, el mundo de Age of Sigmar, en el que nunca antes me había adentrado. Si bien este nuevo mundo difiere mucho del antiguo, el de Warhammer Fantasy, lo cierto es que no resulta menos interesante. Contiene, eso sí, una carga de fantasía y de elementos sobrenaturales mucho más elevada, pero eso no hace más que aumentar el interés que genera. Este mérito, sin embargo, no corresponde al autor de la novela, pues él tan solo ha echado mano de un trasfondo ya escrito.
Hablemos ahora del trabajo de Darius Hinks en Ghoulslayer. Para empezar, Gotrek Gurnisson tiene de Gotrek Gurnisson el nombre y la cresta. Hinks lo presenta como un personaje pusilánime, un quiero y no puedo que trata de demostrar que es el más duro, y tan solo logra hacer un ridículo espantoso. Un personaje que se nos muestra como un imbécil y que dice cosas como "guapetón" o "alegría de la huerta". Ese es el Gotrek Gurnisson que nos pinta Darius Hink, y ese, desde luego, no tiene nada que ver con el feroz y arrojado personaje que nos entregó William King y que posteriormente siguió desarrollando Nathan Long.
A mí, personalmente, tanta inconsistencia en el personaje me sacaba de la lectura a cada momento. Lo más lamentable es que no es lo único malo que puedo decir de Hinks, pues la propia trama resulta un sinsentido, los demás personajes son absolutamente planos y, además, la técnica y la narrativa empleada en la novela parece de aficionado. Ignoro si esto último es responsabilidad del autor original o de la traducción, pues me he encontrado en el pasado con novelas en las que sucedía lo segundo, pero, en cualquier caso, el resultado es tan terrible y tan malo que no puedo recomendar esta novela a nadie.
Quizás habría sido mejor seguir escribiendo historias de Gotrek Gurnisson en el mundo de Warhammer Fantasy. O se le habría podido dar un final épico durante esa saga, cerrando así la historia del matador. Sin embargo, se ha optado por sacarlo de su mundo, convertirlo en un semidiós (no es broma) y colocarlo en un lugar que nada tiene que ver con él. Un buen escritor habría podido sacar provecho incluso de esta situación, pero no Darius Hinks. Él tan solo hecha un poco más de mierda encima del que durante décadas fue el mejor personaje de Warhammer Fantasy.
Por cierto, existe una continuación: Gitslayer, también de Darius Hinks.
JOAQUÍN SANJUÁN