Crónicas de la Dragonlance, libro 3: La Reina de la Oscuridad
La Reina de la Oscuridad es mucho más que el cierre de la trilogía Crónicas de la Dragonlance. Esta novela marca, además de lo dicho, el inicio de todo un mundo que empezaría a crecer en las décadas que siguieron a la publicación de la novela, empezando con la trilogía de Leyendas de la Dragonlance, continuación directa de los acontecimientos narrados en las Crónicas. A día de hoy, cuarenta años después de la publicación de la trilogía original, es innegable la enorme importancia que estos libros tuvieron para la literatura fantástica, tanta que su influencia se ha extendido durante cuatro décadas, y sigue vigente a día de hoy. Margaret Weis y Tracy Hickman sentaron con sus Crónicas de la Dragonlance la base de un universo de fantasía que hoy en día es enorme, tanto que abarca docenas y docenas de novelas, y que todavía sigue muy vivo, como demuestra el lanzamiento de un suplemento para Dungeons & Dragons ambientado en la Dragonlance, o la trilogía Dragonlance Destinos, obra precisamente de Weis y Hickman y actualmente en publicación. Cuarenta años, sí, pero la Dragonlance goza aún de una salud excelente.
En lo referente a la propia novela, a La Reina de la Oscuridad, lo cierto es que es un fin de trilogía de lo más espectacular. Asistimos en él al desenlace de la historia que se ha estado desarrollando desde El retorno de los dragones, y somos testigos del destino de algunos de los protagonistas, como el entrañable Flint Fireforge o el fascinante hechicero Raistlin Majere, quien, por cierto, tendrá una enorme relevancia en las siguientes novelas, especialmente en Leyendas de la Dragonlance. Asistimos en las páginas de esta novela al desenlace del conflicto entre el bien y el mal, así como al final de la guerra, que marca además el inicio de una época turbulenta y llena de conflictos entre los seguidores de un bando y del otro. Algunos de los compañeros, en especial Caramon Majere y el kender Tas, se ven arrastrados por los acontecimientos y juegan un papel fundamental en estos, mientras que otros, como Tanis el Semielfo o el ya mencionado Raistlin Majere se ven arrojados al gran conflicto a través de sus propios caminos personales: la búsqueda de poder en el caso del hechicero, y su relación con Laurana y con Kitiara en el caso del mestizo. Mención especial merece esta última, Kitiara Uth Matar, hermanastra de Raistlin y Caramon Majere. Su camino, como el del mago, queda claramente definido en esta novela, pero no concluye. Todavía jugará un importante papel en Leyendas de la Dragonlance, al igual que Raistlin, y será allí donde encuentre su destino.
Uno de los elementos más fascinantes de esta trilogía es precisamente que los diferentes personajes del grupo original de Los Compañeros tiene su propia historia dentro de la gran historia que es Crónicas de la Dragonlance. Algunos de ellos vivirán y morirán como héroes, unos pocos seguirán un camino diferente y se alejarán del conflicto principal, otros seguirán el camino de las tinieblas y se convertirán en enemigos a batir, y algunos tomarán parte en el desenlace del conflicto a lo largo de La Reina de la Oscuridad y sobrevivirán para convertirse en héroes. Mientras tanto, en medio del caos y de la guerra y tras el desenlace de la historia, un viejo mago de larga barba y sombrero picudo se marchará de Krynn volando a lomos de un venerable y anciano dragón dorado medio senil. Su labor, que comenzó durante la primera novela de las Crónicas de la Dragonlance, en la taberna El Último Hogar de Solace, ha llegado a su fin, y, con el mundo a salvo, es hora de regresar a casa.
JOAQUÍN SANJUÁN